martes, 4 de agosto de 2009

Divinidad

Un árbol, una casa, un rostro, una nube, el sol... la bomba atómica, el holocausto. Un helicóptero, una nota, un vidrio que se rompe, un espejo que no refleja las miradas, una palabra, el fondo de un abismo o el pico más alto. La fuente de la vida, la causa de la muerte, un sueño, un deseo, amor, temor. Un paseo por la tarde, una pipa en el balcón, un murmullo que se calla, un pedazo de madera: una estaca o una cruz. Un edificio en ruinas, una torre de cristal, una puerta, una pared. El mar infinito, la luna en su lado oscuro. La incertidumbre, la duda, el comienzo, el final.

21-3-02

Salida de Emergencia

"Salida de Emergencia. En caso de peligro rompa el vidrio con el martillo de seguridad" - Leyó Camila atentamente. Pensó qué fácil sería que su vida fuera como ese autobús y que en estos momentos pudiera romper el vidrio de su existencia para salir de lo que la atormentaba.

Era hoy o nunca. No sabía qué hacer, no sabía a quién más recurrir. Había hablado con dos de sus amigos, incluso había tratado de tocar el tema con Diego. Sí, hasta con él se había atrevido a hablar sobre eso, por lo menos lo había intentado. Diego, la causa y cura de todos sus males, bueno, de casi todos porque en éste no tenía mucho que ver. O tal vez si...

El hecho es que no sabía qué hacer; morir no era una opción, era más bien el problema. Si todo fuera tan fácil como morir, pero no, esa no era la solución. Se negaba a una muerte peor que la que todos conocemos, se negaba a traicionar sus ideas, su yo. Pero, ¿Quién era ella en realidad? En estos momentos ni de eso estaba segura.

¿Y si todo lo que había pensado durante tanto tiempo no era cierto? ¿Y si todo lo que daba por sentado en su pequeña cabeza era sólo producto de las ganas de sentirse diferente dentro de un mundo en el que, al final, todos somos iguales?. Ya no sabía nada, sólo sabía que en unas horas se jugaría el futuro de su vida y no había martillo que la salvara de tomar una decisión.

Pensó en pedirle opinión a un hombre que estaba sentado a su lado, leyendo el periódico como alguien que no tiene nada mejor que hacer, pero desechó la idea por evitar parecer una loca. Qué chistoso, dentro de poco la concepción que los demás tenían de ella podía cambiar radicalmente. Apenas eran las 2, tenía que tomar una decisión antes de las 5, aún le quedaba tiempo para pensar, Pero, ¿qué tenía que pensar? Sabía que su madre no soportaría la idea y que a su padre no le importaba mucho la deicisión que tomara, sabía que no le importaba lo que pensaran sus padres ni nadie y sabía que eso lo hacía más difícil porque era únicamente su decisión.

Se hizo las 4 de la tarde y todavía no había decidido realmente nada. Lanzó una moneda aún cuando ya sabía lo que iba a marcar. Si salía sello todo seguiría igual, seguiría llevando su misma vida, su mismo trabajo desesperante, yendo a los mismos lugares, persiguiendo los mismos fantasmas. La cara cambiaría el destino de su vida. Y salió sello.

Pero no iba a hacer lo que dijera la moneda, esa era su filosofía, así que tomó el primer taxi que encontró, corrió y compró el primer boleto a Europa que consiguió. Se iría mañana a las 9 y dejaría todo, a su familia, a sus amigos, a Diego, a toda su antigua vida.

Todavía seguía pensando si esto le garantizaría la felicidad, y sabía que no iba a ser así, solamente le daba la felicidad como una opción.

Al llegar a casa empacó las cosas más importantes que tenía, todo en un par de maletas y las guardó bajo la cama. Invito a sus amigos a la casa sin razón especial aparente. Estuvieron conversando toda la noche, recordando viejos tiempos. Sólo sus dos mejores amigos se dieron cuenta de lo que sucedía. A las 5:30 se despidieron los últimos invitados, sólo quedaban Eduardo, Diego e Isabel. En ese momento Diego se percató de todo. Lo único que alcanzó a decir fue "¿te llevo?, voy encendiendo el auto". Llegaron los cuatro al areopuerto y se despidieron como si se fuera en un viaje de fin de semana.

Ahora sabía que su vida combiaría, ya no iban a estar sus amigos para pedirles consejos cada vez que lo necesitara, ya no estarían sus padres para las discusiones y peleas de todos los domingos. Ya no estaría Diego, y no porque ella no quisiera que estuviera, sino porque de alguna forma quería romper con todo lo que estaba aquí, incluyendo él.

La salida de emergencia estaba allí, un boeing 737. Pero, ¿a dónde la llevaba? A algún lugar nuevo. No quiso pensar más. Se montó en el avión y sonrió al escuchar las instrucciones de la aeromoza.

Ccs, 14 de Agosto de 2003

Tiempo

Sabía que no quedaba mucho tiempo pero aún así se aventuró. Eso de ir caminando por un sendero cuyo final lo determinaba un reloj era algo extraño para su vida, sin embargo, como gran amante de las cosas atípicas y nuevas, lo intentó. Le explicaron que era a su propio riesgo, que si no lograba encontrar una salida en el camino en el tiempo indicado estaría allí para siempre; le dijeron que muy pocas personas habían logrado salir pero que no era imposible. Además dijeron que el problema no era solamente el quedarse dentro, ya que, como se imaginaba ya de antes, todo era excepcionalmente divertido en el tiempo reglamentario, sino que en el momento que éste finalizaba, las cosas que se encontraban allí desaparecían y sólo quedaban las tinieblas. Sus amigos que conocían de esta aventura trataron de persuadirle para que no lo hiciera, era demasiado riesgo en vano, sólo por una aventura, a lo que contestaba que era precisamente eso lo que estaba buscando; la aventura, la experiencia de correr un riesgo consciente de que lo estaba haciendo y aún mejor, consciente de ello antes de que se decidiera a tomarlo.

Así que empezó su camino, muy divertido, lleno de cosas nuevas, nunca antes vistas, sensaciones desconocidas hasta entonces. Al principio sintió que el tiempo no sería un problema, que todo iba a estar allí y podía explorarlo hasta el fin con tranquilidad. A medida que avanzaba empezó a darse cuenta que, como en toda situación agradable, el monstruoso cronos se movía a velocidades increíbles. Ahora su mayor temor no era el no poder salir, había varias salidas a lo largo del camino, sino llegar al final sin poder haber disfrutado de todo, o, peor aún, nunca llegar al final y perderse en una tenebrosa oscuridad.

Por un momento trató de idear un plan para alargar la cantidad de tiempo adentro pero el solo hecho de poder perder tiempo pensando le disuadió del intento. La desesperación no dejaba que disfrutase de las cosas que tenía a su alrededor, y lo que al principio le había parecido fantástico y maravilloso, ahora lo veía amenazante, como si el hecho de que sintiera atracción por esas cosas pusiera en riesgo su existencia.

Decidió disfrutar todo lo posible, no importaba el resto, se dejaría llevar, si no, ¿para qué estaba allí? ¿Por qué había aceptado tan riesgosa situación?. Eso sí, trataría por todos los medios de salir, así que debía estar pendiente del gran reloj que le anunciaría el tiempo restante.

Encontró la primera salida, muy cerca del principio. Como aún tenía tiempo de sobra, pensó, no la tomó y siguió internándose en el camino. A cada paso que daba encontraba cosas nuevas, las anteriores se volvían más familiares, todo se iba convirtiendo en sensaciones más reales. No quería detenerse a pensar, eso era una pérdida de tiempo y además sabía que si lo pensaba mucho, tomaría la próxima salida porque todo esto no iba a durar para siempre.

Fue avanzando y pasando no 1 ni 2 sino 5 salidas a lo largo del camino, pero su mente estaba demasiado distraída con el placer y sensación de bienestar que le producía encontrarse allí. De repente se escuchó una sirena que indicaba que el tiempo se estaba agotando y que en cualquier momento podía transformarse esa sensación de bienestar en el más terrible de los miedos.

Empezó a correr, ya sin preocuparse mucho por los alrededores, buscando la salida a toda costa. Corría y corría y lo único que veía eran situaciones que, en caso de tener el tiempo, hubiesen sido muy agradables; pero ahora, que se encontraba decidiendo su vida mientras corría detrás de el tiempo que se escapaba, le molestaba que todo eso fuese tan bueno, que quisiera atarle a un mundo en el cual iba a encontrar un vacío y del cual probablemente no iba a salir jamás.

Desesperadamente trató de salir, pero no lo lograba, seguía corriendo pero no encontraba las salidas y ya no había tiempo para regresar a las puertas anteriores. Ya a punto de desfallecer encontró una puerta y con el último aliento que le quedaba la abrió luchando contra su propia persona que no quería abandonar eso que le había traído tanta alegría y placer.

Al abrir los ojos, estando aún en el suelo, logró ver el avión despegar...

Ccs, 11 de Abril de 2003

El Bosque

Se sentó y miró los árboles a su alrededor una y otra vez. Realmente no sabía cómo había llegado hasta allí; pero ahí estaba, en medio de un bosque que no conocía sino en sus sueños y ahora que era real no lograba saber en qué parte exacta podría estar.

Cerró los ojos tratando de pensar en el camino que pudiera haber recorrido para llegar a donde se encontraba, pero no logró ver nada, simplemente el sitio donde estaba en ese momento. No había principio ni final dentro del bosque en su memoria así que prefirió levantarse y caminar un poco a ver qué conseguía.

Después de caminar sin sentido durante unas horas y sin haber encontrado una salida, optó por dejarse caer y descansar. En ese momento soñó que estaba levantándose para ir a trabajar...

Ccs, 21 de Mayo de 2002