martes, 4 de agosto de 2009

Salida de Emergencia

"Salida de Emergencia. En caso de peligro rompa el vidrio con el martillo de seguridad" - Leyó Camila atentamente. Pensó qué fácil sería que su vida fuera como ese autobús y que en estos momentos pudiera romper el vidrio de su existencia para salir de lo que la atormentaba.

Era hoy o nunca. No sabía qué hacer, no sabía a quién más recurrir. Había hablado con dos de sus amigos, incluso había tratado de tocar el tema con Diego. Sí, hasta con él se había atrevido a hablar sobre eso, por lo menos lo había intentado. Diego, la causa y cura de todos sus males, bueno, de casi todos porque en éste no tenía mucho que ver. O tal vez si...

El hecho es que no sabía qué hacer; morir no era una opción, era más bien el problema. Si todo fuera tan fácil como morir, pero no, esa no era la solución. Se negaba a una muerte peor que la que todos conocemos, se negaba a traicionar sus ideas, su yo. Pero, ¿Quién era ella en realidad? En estos momentos ni de eso estaba segura.

¿Y si todo lo que había pensado durante tanto tiempo no era cierto? ¿Y si todo lo que daba por sentado en su pequeña cabeza era sólo producto de las ganas de sentirse diferente dentro de un mundo en el que, al final, todos somos iguales?. Ya no sabía nada, sólo sabía que en unas horas se jugaría el futuro de su vida y no había martillo que la salvara de tomar una decisión.

Pensó en pedirle opinión a un hombre que estaba sentado a su lado, leyendo el periódico como alguien que no tiene nada mejor que hacer, pero desechó la idea por evitar parecer una loca. Qué chistoso, dentro de poco la concepción que los demás tenían de ella podía cambiar radicalmente. Apenas eran las 2, tenía que tomar una decisión antes de las 5, aún le quedaba tiempo para pensar, Pero, ¿qué tenía que pensar? Sabía que su madre no soportaría la idea y que a su padre no le importaba mucho la deicisión que tomara, sabía que no le importaba lo que pensaran sus padres ni nadie y sabía que eso lo hacía más difícil porque era únicamente su decisión.

Se hizo las 4 de la tarde y todavía no había decidido realmente nada. Lanzó una moneda aún cuando ya sabía lo que iba a marcar. Si salía sello todo seguiría igual, seguiría llevando su misma vida, su mismo trabajo desesperante, yendo a los mismos lugares, persiguiendo los mismos fantasmas. La cara cambiaría el destino de su vida. Y salió sello.

Pero no iba a hacer lo que dijera la moneda, esa era su filosofía, así que tomó el primer taxi que encontró, corrió y compró el primer boleto a Europa que consiguió. Se iría mañana a las 9 y dejaría todo, a su familia, a sus amigos, a Diego, a toda su antigua vida.

Todavía seguía pensando si esto le garantizaría la felicidad, y sabía que no iba a ser así, solamente le daba la felicidad como una opción.

Al llegar a casa empacó las cosas más importantes que tenía, todo en un par de maletas y las guardó bajo la cama. Invito a sus amigos a la casa sin razón especial aparente. Estuvieron conversando toda la noche, recordando viejos tiempos. Sólo sus dos mejores amigos se dieron cuenta de lo que sucedía. A las 5:30 se despidieron los últimos invitados, sólo quedaban Eduardo, Diego e Isabel. En ese momento Diego se percató de todo. Lo único que alcanzó a decir fue "¿te llevo?, voy encendiendo el auto". Llegaron los cuatro al areopuerto y se despidieron como si se fuera en un viaje de fin de semana.

Ahora sabía que su vida combiaría, ya no iban a estar sus amigos para pedirles consejos cada vez que lo necesitara, ya no estarían sus padres para las discusiones y peleas de todos los domingos. Ya no estaría Diego, y no porque ella no quisiera que estuviera, sino porque de alguna forma quería romper con todo lo que estaba aquí, incluyendo él.

La salida de emergencia estaba allí, un boeing 737. Pero, ¿a dónde la llevaba? A algún lugar nuevo. No quiso pensar más. Se montó en el avión y sonrió al escuchar las instrucciones de la aeromoza.

Ccs, 14 de Agosto de 2003

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