martes, 4 de agosto de 2009

Tiempo

Sabía que no quedaba mucho tiempo pero aún así se aventuró. Eso de ir caminando por un sendero cuyo final lo determinaba un reloj era algo extraño para su vida, sin embargo, como gran amante de las cosas atípicas y nuevas, lo intentó. Le explicaron que era a su propio riesgo, que si no lograba encontrar una salida en el camino en el tiempo indicado estaría allí para siempre; le dijeron que muy pocas personas habían logrado salir pero que no era imposible. Además dijeron que el problema no era solamente el quedarse dentro, ya que, como se imaginaba ya de antes, todo era excepcionalmente divertido en el tiempo reglamentario, sino que en el momento que éste finalizaba, las cosas que se encontraban allí desaparecían y sólo quedaban las tinieblas. Sus amigos que conocían de esta aventura trataron de persuadirle para que no lo hiciera, era demasiado riesgo en vano, sólo por una aventura, a lo que contestaba que era precisamente eso lo que estaba buscando; la aventura, la experiencia de correr un riesgo consciente de que lo estaba haciendo y aún mejor, consciente de ello antes de que se decidiera a tomarlo.

Así que empezó su camino, muy divertido, lleno de cosas nuevas, nunca antes vistas, sensaciones desconocidas hasta entonces. Al principio sintió que el tiempo no sería un problema, que todo iba a estar allí y podía explorarlo hasta el fin con tranquilidad. A medida que avanzaba empezó a darse cuenta que, como en toda situación agradable, el monstruoso cronos se movía a velocidades increíbles. Ahora su mayor temor no era el no poder salir, había varias salidas a lo largo del camino, sino llegar al final sin poder haber disfrutado de todo, o, peor aún, nunca llegar al final y perderse en una tenebrosa oscuridad.

Por un momento trató de idear un plan para alargar la cantidad de tiempo adentro pero el solo hecho de poder perder tiempo pensando le disuadió del intento. La desesperación no dejaba que disfrutase de las cosas que tenía a su alrededor, y lo que al principio le había parecido fantástico y maravilloso, ahora lo veía amenazante, como si el hecho de que sintiera atracción por esas cosas pusiera en riesgo su existencia.

Decidió disfrutar todo lo posible, no importaba el resto, se dejaría llevar, si no, ¿para qué estaba allí? ¿Por qué había aceptado tan riesgosa situación?. Eso sí, trataría por todos los medios de salir, así que debía estar pendiente del gran reloj que le anunciaría el tiempo restante.

Encontró la primera salida, muy cerca del principio. Como aún tenía tiempo de sobra, pensó, no la tomó y siguió internándose en el camino. A cada paso que daba encontraba cosas nuevas, las anteriores se volvían más familiares, todo se iba convirtiendo en sensaciones más reales. No quería detenerse a pensar, eso era una pérdida de tiempo y además sabía que si lo pensaba mucho, tomaría la próxima salida porque todo esto no iba a durar para siempre.

Fue avanzando y pasando no 1 ni 2 sino 5 salidas a lo largo del camino, pero su mente estaba demasiado distraída con el placer y sensación de bienestar que le producía encontrarse allí. De repente se escuchó una sirena que indicaba que el tiempo se estaba agotando y que en cualquier momento podía transformarse esa sensación de bienestar en el más terrible de los miedos.

Empezó a correr, ya sin preocuparse mucho por los alrededores, buscando la salida a toda costa. Corría y corría y lo único que veía eran situaciones que, en caso de tener el tiempo, hubiesen sido muy agradables; pero ahora, que se encontraba decidiendo su vida mientras corría detrás de el tiempo que se escapaba, le molestaba que todo eso fuese tan bueno, que quisiera atarle a un mundo en el cual iba a encontrar un vacío y del cual probablemente no iba a salir jamás.

Desesperadamente trató de salir, pero no lo lograba, seguía corriendo pero no encontraba las salidas y ya no había tiempo para regresar a las puertas anteriores. Ya a punto de desfallecer encontró una puerta y con el último aliento que le quedaba la abrió luchando contra su propia persona que no quería abandonar eso que le había traído tanta alegría y placer.

Al abrir los ojos, estando aún en el suelo, logró ver el avión despegar...

Ccs, 11 de Abril de 2003

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